Desde niño en mi casa de Alepo el aroma de naranjas y mandarinas en invierno, las sandías y los melones guardados al fresco en verano, y el asalto a las fincas de cerezas y moras durante las vacaciones en la costa, forman parte de los recuerdos divertidos y golfos de la infancia.
Las frutas forman parte muy importante de la dieta mediterránea, aportan a su equilibrio la parte de vitaminas, azucares naturales, y agua.
El crujiente de frutas es una forma distinta de consumirlas en un estado entre natural y mermelada, y el crujiente de la masa filo contrasta con la blandura de las frutas.
Ingredientes:
Elegir siempre frutas de temporada, para lograr mejor sabor.
Para cuatro personas:
dos hojas de pasta filo.
una manzana verde.
un melocotón o una nectarina.
una pera semimadura.
10 cerezas.
50 g de azúcar.
una pizca de canela en polvo.
una cucharada de café de vinagre balsámico.
una nuez de mantequía derretida.
mezcla de harina y agua a modo de pegamento.
Elaboración:
Pelar y cortar las frutas en trozos pequeños.
En una sartén caliente caramelizar las frutas con el azúcar a fuego vivo, hasta que cambien de color y a continuación añadir la canela y el vinagre.
Cocer hasta que la mezcla pierda los jugos.
Retirar del fuego y dejar enfriar.
Cortar las hojas de la masa longitudinalmente en cuatro partes iguales.
Coger una parte de masa y untarla con un poco de mantequía, y sobreponer otra encima para que sea doble hoja.
Tomar una cuchara sopera de relleno, ponerlo formando un triangulo encima de la esquina mas próxima a nosotros.
Ir doblando la masa sobre el relleno de forma que vaya manteniendo la forma de triangulo encerrando el relleno al doblar.
Untar la parte final de la masa con la mezcla de harina y agua y terminar el doblado.
Exponer en una fuente de horno, y hornear a 220º durante 10 minutos.
Presentación:
Servir caliente y crujiente y acompañar con helado.
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